En un jardín perfectamente diseñado, una ciudad planeada por expertos o un parque de juegos bien organizado, inesperadamente se abre un trillo. Un caminante primero, luego muchos, sin previa coordinación, desafían el trazado que les fue ofrecido. Esta proposición espontánea de la colectividad es lo que los urbanistas llaman línea de deseo. Alejandro González las ha documentado con insistencia casi topográfica, resultando en un trabajo agudamente metafórico. Por su parte, Alom -recreando el concepto desde su vuelo poético- hilvana senderos posibles sirviéndose de personajes reales.